viernes, 9 de noviembre de 2007

El caso Holliday


Cuando un amigo tiene problemas, solemos quedar con él e intentar ayudarlo. Si de la conversación deducimos que el problema se arregla o mejoramos el humor de nuestro amigo, nos sentimos satisfechos, pero si, infructuosamente, una y otra vez no conseguimos que el problema se solucione o levantar la moral de nuestro amigo, al final simulamos estar muy ocupados, y marginamos discretamente a esa persona que nos desmoraliza y deprime con sus problemas.

Yo prefiero tener amigos que vivir en el rencor. Allá cada cual con su conciencia (si la tiene), e intento mirar para delante. Nadie me ha echado del club, sigo formando, en el ideario psicológico, parte de él, y sencillamente estoy disfrutando de un descanso, que como todos sabeis me merezco.

Aún estoy pensando cúal puede ser aquella actividad hacia el club que no me comprometa en exceso, y que me reporte alguna satisfacción. Por supuesto, y visto el desarrollo de los acontecimientos, si alguien quiere pelea, que me busque.

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